viernes, 7 de febrero de 2014

Capitulo 14: Sam




Capítulo 14: Sam

Me estaba mordisqueando las uñas, impaciente, esperando a que Kimberly acabara de hablar con el friki. Por la cara que se le había quedado a Roger, estaba segurísimo de que mi chica le había acojonado y aceptaría a robar el examen. Además, desde hacía algún tiempo, me había fijado en que estaba bastante obsesionado con Kim. Apostaba mi chaqueta de beisbol a que este de grande acabaría siendo un psicópata. Kimberly, con una sonrisita de suficiencia, se ahuecó el pelo y vino hacia mi. Me dio un abrazo y me dijo susurrando.
-Está hecho.
Sonreí. Acerqué mis labios a los suyos, pero esta vez sí que se dejó y nos besamos. Sus labios sabían a fresa, me encantaban, los mejores labios del mundo y eran míos. Al menos de momento. No estaba enamorado de ella, y estaba lejos de estarlo, pero me gustaba bastante, más que ninguna con la que hubiera salido antes, y eso ya era algo por mi parte.
-Después, cuando toque el timbre, quedamos en los vestuarios de las chicas y así nos aseguraremos de que lo roba.
-Vale.- respondí ronroneando.
Me pasé la mano por el pelo; sabía que eso le gustaba. ¿Y a quién no le gustaría? Yo era perfecto y todas iban detrás de mí, así que me gustaba presumir de estar bueno. Tener el pelo rubio ceniza, con unos deslumbrantes ojos azules a juego, no hacían más que convertirme en un Dios. Kimberly no se dio cuenta de mi táctica, de repente su cara había cambiado. Estaba enfurruñada, con los brazos cruzados y tenía una pierna encima de la otra. Eso no era bueno.
-¿Qué te pasa, cariño?- le susurré mientras le ponía un mechón suelto tras la oreja.
-¡Mira a Shon! ¿Cómo puede estar con… esa?- señaló a la hippie y a la nueva.- Shon debería estar con nosotros, no con esas perdedoras. ¿Es que acaso no sabe que es un suicidio social? ¿Está tonto o qué?
Eso me molestó un poquito, Shon podía ir con quién quisiera, parecía que Kimberly estuviese un poco obsesionada con él, debería estar obsesionada conmigo. Shon era muy majo, eso tenía que concedérselo, pero tampoco era para dar brincos, al menos desde mi punto de vista. Está bien, mentía. Vale, sí, estaba celoso. Fruncí el ceño.
-Él puede hacer lo que le dé la gana, déjalo y concéntrate en mí. – puse ojitos de cordero. Kimberly se rio, más bien seguro que parecía un cordero chafado, no se me daba bien actuar.
-Lo siento cari.- me dio un piquito.- Pero esas me han cortado el rollo.- volvió su vista hasta Lauren y se cruzó con aún más fuerza los brazos.´
 Suspiré, a mí también se me había cortado el rollo, pero era por culpa de Kimberly y sus incurables celos. “Menuda mierda, con el calentón que tenía”, pensé yo.
-No me apetece ni estar aquí, me dan ganas de vomitar viendo a esos.- sacó un espejito del bolsillo trasero de su bolsito rosa Gucci. Sabía que era Gucci porque me lo repetía unas cien veces al día, así que como para olvidarlo. Se puso un poco más de gloss en los labios, lo que me sorprendió, puesto que se había puesto antes como mínimo otras diez capas de brillo.- Me voy.
Se levantó sensualmente.
-¿A dónde vas?- realmente no me importaba demasiado, siempre que no fuera con un chico, claro.
Se colgó el bolso del hombro.
-Con Sasha, vamos a practicar los pasos de la nueva coreografía para tu partido de la semana que viene.
-Oh- sonreí.- Espero que sea igual de guapo que el otro- en el último partido habían estado muy sexys, y no solo Kimberly.
-Claro, incluso mejor. Ya sabes, hemos de animaros bien para que así ganéis a los estúpidos de los Raptors.- me guiñó el ojo, ya me lo estaba imaginando. Ellas todas, que estaban de pan y moja, con ese top ajustado…- No seas un pervertido, cari. Como te vea con otra te crucifico, recuerda.
Se agachó y me dio un breve morreo. Me dijo que me acordase dónde teníamos que quedar al finalizar las clases. Me mandó un beso invisible y salió de la biblioteca. Me encantaba estar a su lado, aunque fuera una celosa incurable y le tirara la caña a todos. Shon y Violet seguían hablando y Lauren los miraba atentos. Estaba seguro de que quería a Shon, todo y haberlo conocido, como mucho hacía cinco o seis horas. Sí, era guapa, pero no estaba a la altura de Kimberly, y tampoco a la mía. Me quedé sentado como un imbécil. ¿Qué hacía yo allí sin Kimberly? Estaba a punto de irme cuando vi que mi chica se había dejado el espejito en la silla. Contento, aproveché la ocasión y cogí el espejo para dárselo a Kimberly. Así, podría volver a verla y a hablar con ella.  Podía imaginarme saliendo con cualquiera, pero  saber que Kimberly era mi novia era algo inexplicable, pues me imaginaba saliendo con ella durante bastante tiempo. Me gustaba más de lo que me gustaría admitir, y mi subconsciente lo sabía. Me colgué la mochila velozmente, sin armar mucho escándalo, pues la vieja urraca de la biblioteca estaba siempre al loro y daba un canguelo terrible. Salí a toda pastilla y me dirigí al gimnasio. Casi me choco con un chico que se le habían caído los libros, pero aun así llegué rápido a mi destino. Eso no me había molestado, pues tenía la esperanza de que cuando mi chica me viera, nos liáramos en el vestuario. Me quedé pasmado como un tonto, cuando vi que allí no había ni Dios y fue entonces cuando escuché unos ruidos raros. Algo como pequeños gemidos. Reparé en el vestuario y supe inmediatamente que venían de allí. Fui hacia el vestuario con una sonrisita en la cara, ya sabía por qué eran producidos los gemidos. No es que me gustara espiar, pero era interesante saber quién se podía estar dándose el lote de aquella manera, porqué gemían más fuerte de lo que me esperaba. << Probablemente lo conoceré>>, me dije a mi mismo. << Quizás incluso sea del equipo>>. Pensé entonces que podrían ser mi queridísimo amigo Martin y su chica, Eileen, puesto que más de una vez los había pillado liándose como locos. Luego, por eso, reparé en que la voz del chico me era conocida, pero no era de Martin. ¿Quizás Paul? No, demasiado tranquilo para ser él. ¿Jackson, quizás? Podía ser, pero lo más probable fuera que no, ya que él prefería mil veces los lavabos que los vestuarios. ¿El Oso comiéndose un sándwich? Sonreí al pensar en eso, pero no lo descarté, pues era un bestia comiendo, como un caníbal, y a veces, se escondía para comer a su aire, puesto que le daba vergüenza hacerlo en público. Los gemidos provenían del vestuario masculino, y no del femenino, que era lo que me esperaba. Saqué la cabeza a escondidas por la puerta, pero allí no había nadie. Entré para asegurarme de que eso estaba vacío, y así era. No había nadie. Pensé que quizás habían sido imaginaciones mías. El examen de mates me estaba volviendo paranoico y me di una bofetada, por lo estúpido que era. Entonces, los gemidos volvieron a aparecer, y maldije en voz baja. Me acaba de dar una ostia como un tonto. Entonces el ruido provenía del vestuario del equipo B. <<Chicos listos>>, pensé. Claro, allí no había nadie, porqué nadie estaría interesado en entrar en el vestuario de los B. Los importantes éramos nosotros, el A. Crucé el pequeño pasillo, intentando no hacer ruido, puesto que quería verlos un momento e irme, porqué Kim estaría buscando su espejito. Estaba de suerte, había un hueco por el que podía mirar sin ser visto. Y entonces lo vi claramente. Salí de mi escondite con cara de pasmarote.
-Estás muerto.- chillé.
Carter giró la cara. Llevaba puesto los pantalones, pero su camiseta estaba por el suelo. Se quedó estupefacto. La que también se quedó estupefacta, fue Kimberly.

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